Gestiones para hacer general al sanjuanino.
En su libro “Roca en el escenario político” (1939) Mariano de Vedia narra que, en una ocasión, el doctor José Benjamín Gorostiaga entrevistó al tucumano para “pedirle alguna medida que remediara la situación difícil, precaria, en que se hallaba Sarmiento”. Roca le encargó averiguar cómo podía ayudarlo. Poco después, Gorostiaga le informó que lo que el sanjuanino quería, en realidad, era ser designado general. Y agrega que “se acordó destinarle más bien una suma importante para la edición de sus obras completas”.
Vedia comete dos errores. Sarmiento fue efectivamente designado general, en julio de 1877. A Roca aún le faltaban tres años para ser presidente, y en ese carácter promulgaría, en 1884, la ley sobre las obras completas. De muy buena fuente, oí muchas veces una anécdota familiar sobre el primer asunto. Un día, Roca –por entonces Comandante General de Fronteras y futuro ministro de Guerra- visitó a su amigo, el senador nacional por Córdoba, doctor Gerónimo Cortés. Andaba gestionando votos para investir de general a Sarmiento, con quien -en ese momento- tenía buena relación. “Son esas cosas de Sarmiento, usted sabe”, se justificó Roca. Pero el senador se negó a prometer el voto porque, dijo, “un día va a querer que lo nombremos obispo y habrá que nombrarlo”. A esto lo escuchó una hija de Cortés, de labios de su padre.
Así, pues, Cortés votó en contra en el Senado. En una carta a su gran amigo tucumano José “Pepe” Posse, del 25 de junio de 1877, Sarmiento le decía que “el sábado fue dado el acuerdo del Senado para mi grado de general”. El tema, añadía, llevaba ya “tres años en cartera, guardando la llave (Manuel) Navarro y (Leonidas) Echagúe, ambos senadores, federales. Este año se les reunían tres mitristas: aquel (Samuel) Molina, un santiagueño, y este (Gerónimo) Cortés de Córdoba, que respira odio y fanatismo cordobés”…