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Entre los cantares tradicionales de Tucumán que compiló Juan Alfonso Carrizo, uno se titula “¡Ay, año sesenta y uno!”. En nota al pie de su “Antología”, recuerda Carrizo que en 1861 ocurrieron en la Argentina acontecimientos por demás trágicos: los asesinatos sucesivos de los gobernadores José Virasoro y Antonino Aberastain, en San Juan; el devastador terremoto de Mendoza, que sepultó a más de 10.000 personas y, en Tucumán, los múltiples incendios espontáneos en la campaña. Informa que se trata de “una glosa tradicional en Catamarca y Tucumán, que fue escrita por un poeta del pueblo, el catamarqueño D. José Domingo Díaz (1805-1866)”. El estribillo dice: “¡Ay, año sesenta y uno,/ principio de tantos males:/ ya los hombres no conocen/ sus propias iniquidades”. Como se sabe, cada una de estas líneas constituye el remate de cada estrofa. Una de ellas reza: “Todo lo bueno se acaba:/ virtudes y devociones./ Dan el grito las pasiones,/ y alza el capricho la espada,/¡Ay, época desgraciada,/ de castigos tan atroces!/ Ya no se atiende a las voces/ de justicia y de verdad/ porque ni su propio mal/ya los hombres no conocen”. Otra: “Corre la sangre en San Juan/ tiembla la tierra en Mendoza,/ y entre llamas horrorosas,/ arde el suelo en Tucumán./ Y según los tiempos van/ crecen las calamidades;/ y al compás de las maldades/ se concluye todo bien,/ porque los hombres no ven/ sus propias iniquidades”. Añade Carrizo que “la historia sumaria de los acontecimientos citados” y “el tono profético de la glosa”, la hacen parecida a los cantares de poetas españoles como Hernán Mexía, de Jaén (siglo XVII), y Cristóbal del Castillejo (siglo XVI).

Muerte y temblor en Cuyo, fuego en Tucumán.


Entre los cantares tradicionales de Tucumán que compiló Juan Alfonso Carrizo, uno se titula “¡Ay, año sesenta y uno!”. En nota al pie de su “Antología”, recuerda Carrizo que en 1861 ocurrieron en la Argentina acontecimientos por demás trágicos: los asesinatos sucesivos de los gobernadores José Virasoro y Antonino Aberastain, en San Juan; el devastador terremoto de Mendoza, que sepultó a más de 10.000 personas y, en Tucumán, los múltiples incendios espontáneos en la campaña.

Informa que se trata de “una glosa tradicional en Catamarca y Tucumán, que fue escrita por un poeta del pueblo, el catamarqueño D. José Domingo Díaz (1805-1866)”.

El estribillo dice: “¡Ay, año sesenta y uno,/ principio de tantos males:/ ya los hombres no conocen/ sus propias iniquidades”. Como se sabe, cada una de estas líneas constituye el remate de cada estrofa.

Una de ellas reza: “Todo lo bueno se acaba:/ virtudes y devociones./ Dan el grito las pasiones,/ y alza el capricho la espada,/¡Ay, época desgraciada,/ de castigos tan atroces!/ Ya no se atiende a las voces/ de justicia y de verdad/ porque ni su propio mal/ya los hombres no conocen”. Otra: “Corre la sangre en San Juan/ tiembla la tierra en Mendoza,/ y entre llamas horrorosas,/ arde el suelo en Tucumán./ Y según los tiempos van/ crecen las calamidades;/ y al compás de las maldades/ se concluye todo bien,/ porque los hombres no ven/ sus propias iniquidades”.

Añade Carrizo que “la historia sumaria de los acontecimientos citados” y “el tono profético de la glosa”, la hacen parecida a los cantares de poetas españoles como Hernán Mexía, de Jaén (siglo XVII), y Cristóbal del Castillejo (siglo XVI).