Melancólico destino del doctor Thomas West.
Entre los médicos extranjeros que ejercieron la profesión en Tucumán, merece un recuerdo el doctor Thomas West. Era inglés y llegó viudo a Buenos Aires. Allí se casó en 1851 con Juana Martínez: cinco años más tarde tuvieron un hijo, Domingo Tomás del Corazón de Jesús. Es probable que el matrimonio se separara poco después. El doctor se vino entonces solo a Tucumán y se estableció en el sur.
El 24 de abril de 1859, desde Monteros, escribía por segunda vez al gobernador de la provincia, doctor Marcos Paz. Le reiteraba su pedido de que lo nombrara Médico de Policía de esa villa. “Estoy en un país entre desconocidos y mi único amparo está en la bondad de Vuestra Excelencia”, le decía. “Como extranjero, y amante a la tierra en que estoy, tomé parte en los regocijos de este pueblo”, agregaba. Ofrecía: “prestar mis servicios gratuitamente”.
West murió en Monteros a mediados de 1872. A pesar de su promesa de ejercer gratis, le pagaban un sueldo, y servía también también como médico en la villa de Medinas. Al enterarse del fallecimiento, la viuda, desde Buenos Aires, nombró a Nicanor Gordillo como su apoderado ante la sucesión. Debe haberse desilusionado, porque el médico no dejaba nada de importancia: ropa usada, libros, algunos instrumentos de cirugía y medicamentos.
Es todo lo que se sabe de West. No deja de inspirar melancolía. Acaso cuando se doctoró en Inglaterra imaginaba un porvenir con mucha clientela y mucha prosperidad. Quién sabe qué fantasías obraron en su ánimo para decidirlo a viajar a la Argentina. De poco le sirvió casarse y tener un hijo con la porteña. Terminó pobre y desterrado, en una pieza alquilada de Monteros.