Una descripción de Schleh en los años 40.
En su libro “La industria azucarera argentina. Pasado y presente”, Emilio J. Schleh describe la casa del obispo José Eusebio Colombres, en el parque 9 de Julio, como se la veía al comienzo de los años 1940. “El viejo caserón -dice- se conserva casi intacto. Su construcción debe remontarse al siglo XVIII. Está situado dos cuadras, más o menos, al naciente del actual Asilo San Roque, constando de 14 hectáreas el terreno de la quinta”.
“Mide el edificio unos 25 metros de largo por 15 de alto, dando el frente al norte. Las habitaciones del piso bajo son cuatro, siendo la primera de la derecha la que servía de oratorio. Al lado izquierdo, está intacta la escalera de madera por la que se sube al piso alto, que consta también de cuatro piezas, como el bajo”.
Agregaba: “nada de extraordinario presenta su construcción, a no ser la antigua arquitectura colonial de la que tan pocos ejemplares se conservan hoy. Como el viejo Cabildo que en Tucumán se ha demolido, consta de una galería con macizos arcos, el piso alto con la consabida baranda de hierro y la parte superior del edificio con las canaletas de desagües de los techos”. Ellas “recuerdan los chubascos que recibía el transeúnte, en los días de lluvia, al aventurarse por las veredas de las calles de la ciudad, en tiempos no lejanos”.
Informaba que a la izquierda de la casa se veían vestigios de un galpón de adobe donde Colombres fabricó azúcar. Este galpón fue trasladado, “hace muchísimos años”, al lado derecho de la casa, como lo estaba el anterior, “y se conserva actualmente medio destruido”. Se conservaba también un bateón de madera de pacará y una de las ollas que sirvieron para la cocción de las mieles. Se veía claramente “el punto donde estaban los trapiches”.