Un homenaje de Lizondo Borda y Catalán.
En 1910, dos jóvenes tucumanos, el abogado –y futuro historiador- Manuel LIzondo Borda y el médico Emilio Catalán, confeccionaron el libro “Alberdi. 1810-29 de agosto-1910”, con motivo del centenario del prócer. Lo creemos poco conocido y de consulta difícil en la actualidad.
Era un pulcro tomo de 160 páginas, que se estampó en la imprenta porteña de Coni. Los capítulos se titulaban “Notas biográficas”, “Rasgos psicológicos”, “Su obra”; “Alberdi ante la posteridad”, “Hojas sueltas”; “Post mortem” y “Bibliografía (obras de Alberdi)”.
El “Alberdi” de Lizondo Borda y Catalán, estaba prestigiado por un texto de apertura que firmaba el historiador David Peña. La “advertencia” de los autores agradecía la colaboración de Peña, que hacían constar en la portada. Expresaban que, a pesar de su brillante actuación, Alberdi “es tan poco conocido por la mayoría, que ha primado, antes bien, un ocultismo sin razón, merced al criterio de ciertos autores llenos aún de las nerviosidades cruentas de la lucha del instante, heredadas por la ley del atavismo”.
Agregaban que “Alberdi ha sido discutido con acritud. La parcialidad porteña ha brillado sobremanera, pero felizmente la juventud pensante, desarraigada de los lazos estrechos, ha tomado en sí la hermosa cruzada de estudiar sus obras y la admiración más grande ha embargado sus corazones”.
Aclaraban que “no entra en la esfera de nuestra acción, suscitar nuevas polémicas, ni nos consideramos capacitados para ello. Nuestro afán es que ese nombre se grabe en la mente del pueblo” y que, “como contribución, sea este trabajo un ladrillo, para edificar más tarde la verdadera historia de nuestros próceres”.