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POSSE Y SARMIENTO. Un daguerrotipo registró juntos a los amigos que se cartearon durante décadas

Sueldos desperdiciados y políticos ineptos.


En la correspondencia que intercambiaron durante largos años el tucumano José Posse (1816-1906) y su dilecto amigo Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), ambos hicieron gala de la más ruda franqueza para calificar hombres y acontecimientos de su tiempo. Por esa razón tales cartas, compiladas en dos tomos en 1946-47 por el Museo Histórico Sarmiento, constituyen hasta hoy uno de los documentos más reveladores para asomarse a nuestra “cocina” política y social, desde los tiempos posteriores a Caseros hasta la penúltima década del siglo XIX.

En 1874, como dependencia del Colegio Nacional de Tucumán, del que Posse era rector, funcionaba un Departamento Agronómico. El 18 de noviembre de ese año, escribía a Sarmiento: “me han mandado un profesor para el Departamento Agronómico, porque alguna influencia debe haberse puesto en juego para derrochar un sueldo. Es un francés viejo, llamado Montvoisin, que no sabe una palabra de español, que no es profesor de nada y que no tiene aplicación en el Departamento Agronómico. Cien cosas de este género tengo guardadas para días más serenos”.

Agregaba Posse: “la experiencia me va enseñando que, en la República nuestra, más valen los hombres por sus malas que por sus buenas cualidades; así se explica cómo está poblado el Congreso de brutos que van y vuelven sin otro trabajo que haber ‘tarjado’ su sueldo mensualmente; y así se explica cómo son gobernadores, y ocupan puestos públicos, pícaros sapientísimos…”.

Terminaba: “Aquí te dejo temiendo no halles muy mesurada mi carta, olvidando que eres mi maestro en el género; que no aguanto pulgas, y que hago lo que tú cuando me pasan la mano contra el pelo: alzar la pata y pegar recio, sin elegir el lugar donde aplico mi fuerza…”.