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GREGORIO ARÁOZ ALFARO. Aparece junto a Ricardo Rojas al centro, a la derecha, en 1930.

Juan B. Terán, Anatole France y Keyserling.


“Vengo a hablarles esta noche del pasado. Nuestro eminente comprovinciano Juan B. Terán, ha dicho en ‘La formación de la inteligencia argentina’, que carecemos de ánimo tradicionalista; que el repudio del pasado, el débil culto de los muertos, son defectos característicos de nuestro pueblo. Por lo menos de ese defecto colectivo no tengo que acusarme. Soy hombre del presente, como todos debemos ser, y trabajo en él actualmente. Pienso siempre en el porvenir, pero llevo en mi espíritu, fuertemente anclado, el culto de los hombres muertos y de las cosas muertas”, expresó el eminente médico tucumano Gregorio Aráoz Alfaro (1870-1955), en la conferencia que pronunció en la Sociedad Sarmiento, en 1936.

Agregó que “un gran espíritu, moderno y hasta escéptico como Anatole France, dijo un día a los estudiantes de París que le tributaban un acto de homenaje, que ‘sería demasiado poco vivir sólo en el presente, que no es sino un punto que huye incesantemente’. Han oído decir que la vida es corta; no se imaginan cuán corta es, en verdad; y es menester, para darle una bella y humana proporción, prolongarla en el pasado y en el porvenir”.

Citó después al filósofo Hermann Keyserling. Este escribía que “sólo aquel que reconoce su adhesión al pasado, vive en el futuro. Sólo el hombre que continúa la tradición, es una forma nueva y, sin embargo, guarda relación con la antigua, como hace siempre el verdadero innovador. Sólo aquel en quien un proceso de mutación se vuelve consciente, no se destruye al repudiar las raíces de su ser, que le fueron transmitidas por la herencia inmediata”. Tras este exordio y “al amparo de tales padrinos”, Aráoz Alfaro inició su bella y aplaudida conferencia sobre el Tucumán de su niñez.