Gracias al conmovedor discurso de Alberdi.
“La Gaceta Mercantil”, periódico oficialista que se publicaba en Buenos Aires en la época de Juan Manuel de Rosas, dedicaba largos párrafos, en su edición del 11 de agostó de 1834, a un acontecimiento registrado en Tucumán. Gobernaba la provincia entonces el general-doctor Alejandro Heredia. Este acababa de conjurar, el 22 de junio, una revolución armada que encabezaban el coronel Gerónimo Helguera y el doctor Ángel López. Condenados a muerte, ambos estaban en capilla.
El diario narraba (en la síntesis confeccionada por el historiador Antonio Zinny), que, en la proximidad del 9 de julio, “el gobierno invitó al pueblo para que le acompañara a dar las gracias al Ser Supremo por los bienes de la Independencia”. Luego, “se promovió la visita solemne a la casa donde el Congreso firmó el acta de la Independencia”. En esos días, el joven Juan Bautista Alberdi estaba de visita en la ciudad.
“Al penetrar bajo el sagrado techo, se erizaban los cabellos”, decía el diario. “A la entonación del Himno Nacional, todas las caras se pusieron pálidas de entusiasmo”. Entonces “pidió la palabra” Alberdi, “y pronunció un franco y enérgico discurso, en que empleó muchísimo calor y lógica para probar la necesidad de absolver a los ciudadanos sentenciados. Allí enseguida habló el canónigo (José Agustín) Molina, con muchísima sensibilidad y ternura. Fue conmovida el alma del general Heredia y los presos obtuvieron indulto”.
El coronel Helguera pasaría a exiliarse en Chile y ya no pudo regresar nunca a Tucumán: falleció en Copiapó en 1838. En cuanto al doctor López, no escarmentó. Como participante de una nueva revuelta contra Heredia, fue derrotado y fusilado en 1836.