“El corazón va de los dedos a las cuerdas”.
El destacado periodista uruguayo Rodolfo Romero (1880-1957) de larga actuación en Tucumán, publicó en importantes revistas de Buenos Aires, notas de mucho colorido sobre el paisaje y el ambiente de nuestra provincia. Una de ellas, aparecida en “Plus Ultra”, en enero de 1920, se titulaba “Vidalas tucumanas”, con varias fotografías.
Expresaba que “hay amor, en Tucumán y en todo el norte, por la guitarra y pasión por las canciones. Amor que viene de lejanos tiempos. De allá de la conquista, del amor a la guitarra en que desgranaron sus añoranzas los intrépidos conquistadores y del apego a la tierra”, proviene “la predilección por los cantos con que lanzaron al aire sus amores los viejos dueños del viejo Tucumán”.
Se detenía en la guitarra. Era “manejada por la generalidad de la tucumana en forma que algo del corazón pasa, de los ágiles dedos, a las cuerdas”. De las canciones “son siempre preferidas la que conservan aire español: chilenas, chacareras, gatos, zambas, y las que, sin duda, traen más lejana filiación: yaravíes peruanos, huaynos bolivianos y vidalas.”.
Daba algunos nombres de ejecutantes. “Pepita Córdoba canta con gorjeos de pájaros de la selva. Posee el timbre de voz amplio y dulce del zorzal, y llora de verdad en la vidala. Charito Rusiñol es la calandria, o el ave que canta para los ángeles. Dorita Valladares es la gracia andaluza: ‘Lo mismito que la luna/ está la felicidad:/ todos la miran de lejos/ nadie la puede alcanzar”. Y en fin, encantan cantando o arrancando risas y lamentos a la guitarra, Enriqueta Murga, Delfina Medina, Elena y Blanquita Uriburu, Urbana Vázquez, Pimpina Rusiñol, etcétera, etcétera”…