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DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA. El histórico momento reconstruido en una acuarela de Vázquez, en “Caras y Caretas”.

Una cálida evocación de Alberto Gerchunoff.


“Después de la afirmación de Mayo, que consistió en manifestar la voluntad de ser libres, tuvieron que dar a esa idea, que abarcaba a pequeños, numerosos y distantes pueblos, la estructura cabal para que dentro de su órbita precisa pudiera desenvolverse lo que previeron. Esa fue la tarea de los primeros ciudadanos del Congreso memorable”, escribió en 1930 el gran periodista Alberto Gerchunoff (1883-1950), a propósito del 9 de Julio.

“Las Provincias Unidas, que eran naciones futuras, encontraron así su base esencial; y de acuerdo con sus grandes líneas elementales debían crecer y formarse, hallar su propia índole, definir su naturaleza, adquirir su alma. Lo que después de la gesta inicial de Mayo parecía impreciso aún, tenía que aparecer nítido y claro después de las deliberaciones de Julio”.

Los congresales, “eran hombres sencillos que no se congregaron en nombre de su ciencia especial, o de su conocimiento particular de los asuntos políticos”. Los respetamos, “no por lo que han hecho o por lo que se proponían hacer, sino por lo que atribuimos a sus títulos. Los congresales de Tucumán, que representaban sin duda lo más alto de su época, no eran más que patriotas. No invocaban en su actuación lo que Salamanca le prestara. Sabían, en cambio, lo que querían. Aspiraban a fundar el país, trazar el diseño rudimentario de la nacionalidad. Y para ello no necesitaban más que concretar, en fórmulas perceptibles y fáciles, el sentimiento que los dominaba y que se traducirá en una limpia y poderosa sinceridad. La sinceridad era su genio”.

Querían “fundar una patria sobre un sentido de justicia, de libertad, de holgura humana. Y para lograrlo, no tuvieron más que volcar, en los rudimentos de un estatuto esquemático, la visión de lo que llevaban dentro de sí. Su grandeza consiste en la forma en que supieron servir a su idea”.