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25 DE MAYO 720. Hace seis años, se tomó esta imagen de la casa donde vivió el gran gobernador Miguel Campero

Debió haberse conservado la casa de Campero


Exactamente seis años atrás, el 29 de mayo de 2012, en esta columna publicamos la nota titulada “Casa de Miguel Campero”. Decíamos que en calle 25 de Mayo 720, “hay una casa cerrada: sobre su revestimiento de mármol se amontonan los ‘grafitti’ y en lo alto un cartel anuncia que se alquila”. Proponíamos que se colocara siquiera una placa en la fachada, para informar que allí vivió el doctor Miguel M. Campero, uno de los grandes tucumanos, nacido en 1881 y fallecido en 1962.

Pero nunca imaginamos que hace muy poco, entre gallos y medianoche, fuera rápidamente demolida, como expresión de esa fiebre de especulación inmobiliaria que reina en el barrio norte. Hoy, el solar ya está baldío, cercado por chapas: sin duda lo reemplazará una mole de muchos písos. Es lamentable que así haya terminado la vida de un inmueble que sumaba, a la representatividad histórica, su condición de delicada muestra de la arquitectura de viviendas de comienzos del siglo XX.

Que se la tumbe en silencio, es otra expresión de la inexplicable ingratitud de los tucumanos hacia quien fue presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia y dos veces gobernador de Tucumán, de 1924 a 1928 y de 1935 a 1939. Ambos mandatos se caracterizaron por una multitud de obras públicas que carecemos de espacio para reseñar; por la limpieza en el manejo de los fondos del Estado, y por el clima de paz cívica y social.

Sin embargo –y no es la primera vez que lo decimos- no hay una calle ni una plaza de la ciudad que lleve su nombre, dentro de una nomenclatura colmada de homenajes injustificados. Ni siquiera se puso esa placa recordatoria, que acaso podría haber hecho titubear, por un momento, a la piqueta.