Un curioso acuerdo de Nicolás Avellaneda.
Es conocido que el tucumano Nicolás Avellaneda (1836-1885), a pesar de su intensa vocación y actuación política, adoraba la literatura. En su libro “Recuerdos de un secretario”, Manuel Marcos Zorrilla dedica largos párrafos a este costado de las preocupaciones de quien presidió la República entre 1874 y 1880. Cuenta que Avellaneda tenía una biblioteca muy importante y asiduamente consultada.
Cuando “sus nervios estaban excitados” solía leer pasajes del libro de Job o de los antiguos doctores de la Iglesia. Era también adicto a la poesía francesa y tenía facilidad para traducirla, aunque no pronunciaba bien ese idioma.
Un día, aparecieron las poesías completas de Jorge Isaacs, el autor de “María”. Avellaneda se ocupó de escribir un estudio comparativo entre el poeta y el novelista: consideraba a este último mejor que el primero. Era un trabajo de bastante extensión. Al día siguiente de terminarlo, su agenda preveía un acuerdo de ministros.
Estos llegaron a la hora fijada y, luego de los saludos, Avellaneda agarró un montón de papeles que los ministros suponían dedicados a asuntos de Estado. Pero el manuscrito era el ensayo sobre Isaacs, y Avellaneda “se puso a leerlo inmediatamente, sin introducción ni aviso de ninguna clase”, ante la sorpresa de los oyentes. A veces suspendía la lectura, para hacer comentarios, y los ministros poco a poco empezaron a agregar los suyos. Hasta que, a cierta hora, se hizo demasiado tarde y el acuerdo se suspendió para el día siguiente.
“Creo que este será el primer caso de un novelista ensalzado y de un poeta condenado en acuerdo de ministros”, comentó risueñamente, al abandonar el despacho, el doctor Adolfo Alsina, titular de la cartera de Guerra.