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EL AGUA Y LA AGRICULTURA. Solamente queda esta fotografía de una de las obras que Oliva pensó para Tucumán.

Tucumán fue injusto con este gran escultor


Julio Oliva (1884-1966) fue un muy destacado escultor de Tucumán cuya obra, inexplicablemente, se ha perdido en la mayor parte. Su busto de mármol, “Mariella”, en nuestro Museo de Bellas Artes, permite apreciar la alta calidad de su trabajo. Junto con Pompilio Villarrubia Norry, fue uno de los becarios que Tucumán envió a Europa en 1907. A su regreso, trajo a la ciudad natal obras que, pensaba, servirían para engalanar sus monumentos públicos y sus paseos. Fue demasiado optimista.

A la Provincia, le ofreció “El triunfo de la Industria Azucarera”, monumental conjunto de seis figuras. El diario “El Orden” consideraba que el Estado debía adquirirlo, “para coronar dignamente el frontispicio del nuevo Palacio de Gobierno que, sí ha podido ser monumental, se debe a la riqueza de la industria azucarera”. Pero al Gobierno le pareció que los 30.000 pesos que costaba eran una suma demasiado alta.

También trajo -entre otras piezas- una fuente, que representaba “el agua que da vida a la Agricultura”. La elogiosa nota con fotografías que le dedicó la revista porteña “Fray Mocho” (marzo de 1914), la describía: “Un grupo de trabajadores se destaca en primer término, sosteniendo en lo alto un manojo de caña de azúcar y, en la cúspide, la Agricultura asume el cuerno de la abundancia”. Se pensaba que una fuente tan importante iba a ser colocada en alguna plaza de Tucumán, cosa que tampoco ocurrió.

En realidad, la mayoría de la obra de Oliva se conoce solamente por fotografías de sus versiones en yeso, que tampoco nadie sabe adónde fueron a parar. Lo único que se puede apreciar hoy, además de la bellísima “Mariella”, son los bustos de Bartolomé Mitre en la plazoleta y en la escuela de su nombre, en Tucumán y en Concepción, y el retrato escultórico de Adela S. de Remis en la Sociedad Española.