Juicio elogioso de Ernesto Padilla en 1939
En 1939, entusiasmaba al doctor Ernesto Padilla la renovación que el co-director de LA GACETA, Alfredo Coviello, estaba produciendo en la venerable Sociedad Sarmiento. En carta a Alberto Rougés, le contaba que “yo he procurado guardar mi situación de tucumano cultivándome como árbol de provincia, lo que quiere decir que como tal debe estar plantado en ella. El cariño a la tierra alcanza a mantener y aun a acrecer la ilusión de estar siempre en comunión con su ambiente y, por lo tanto, con su destino”.
Le contaba que así, a pesar de ya estar radicado en Buenos Aires, continuó siendo siempre socio de los clubes tucumanos. En la Sarmiento, decía, “seguí pagando y me cobraban en conjunto de meses cuando llegaba a Tucumán: dejó de cobrárseme sin que hubiera hecho manifestación de que se me borrara de socio”. Cuando llegó el cincuentenario de esa institución, “escribí para que se me pusiera al día. No sé por qué no se me contestó, pero entretanto, supe de la venta de colecciones de diarios como papel viejo, y me dio rabia, prefiriendo dejar las cosas como estaban, ya que venía a quedar comprobada la inferiorización en que había entrado la vieja Sociedad”.
Añadía que, “con lo que hace ahora Coviello, levantando de golpe su nivel y mostrándola en su campo abierto y fecundo, dando a Tucumán la realidad de una fuente de cultura que ya sentimos traducirse en prestigios de nombradía, me siento obligado a borrar mis reparos y a presentarme a pedir que se me considere en la situación de socio que, si no recuerdo mal, comenzó cuando yo era estudiante de tercer año del Colegio Nacional”. De esta forma, decía “muy modestamente expreso mi adhesión a la acción de Coviello, anhelando que consiga suscitar el espíritu de continuidad, de manera que madure y fructifique el sentimiento de solidaridad entre los que trabajan con él en la hora actual”.