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JUAN B. TERÁN. Al fundador de la Universidad de Tucumán le gustaba definirse sobre las medidas oficiales

Dos posturas de Juan B. Terán en 1918


En el verano de 1918, Juan B. Terán sugiere a la Legislatura de Tucumán una medida que es simple, dice, y que “carece de toda novedad, como que la única novedad a que pueden aspirar las medidas de gobierno, es que se cumplan”. El fundador de la Universidad propone que sólo sea posible vender licor de cualquier clase, vino y cerveza incluidos, pagando una patente de 10.000 pesos moneda nacional.

Expresa que sus consecuencias inmediatas del gravamen serán la disminución del alcoholismo y de la tuberculosis. No representa daño al comercio, ni disminuye la renta, sino que hay un nuevo destino y una transformación de ambos. Piensa que la medida saneará a los sectores campesinos y obreros, y por tanto habrá nuevas fuentes de trabajo y de renta. Expresa que una democracia “no es sino una tontería sonora, si no significa salud física y moral de los hombres”.

Por cierto que llevar a cabo una resolución de esa índole exige coraje. Precisamente, dice Terán, “es el coraje que el país necesita. ¿Puede faltar cuando el boliche es la incubadora del crimen, de la miseria de rancho, de la enfermedad y de la muerte de sus habitantes, de la degradación moral y de la herencia morbosa que envilece a las futuras generaciones de la nueva masa mayor de la población?”.

Unos días antes, fiel a su estilo de no esquivar las definiciones sobre medidas oficiales, Terán se pronuncia sobre una ley que acaba de dictar la provincia. Se han votado 100.000 pesos para instalar una sala de tuberculosos en el Hospital. Le parece, por cierto, que es una disposición adecuada. Pero reflexiona que, si seguimos produciendo estos enfermos, nunca habrá presupuesto que alcance resultados. Lo importante, le parece, es prevenir.