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CARLOS TEJEDOR. Tumba del rebelde gobernador de Buenos Aires, en el cementerio de La Recoleta.

Furia de Roca ante la actitud de Tejedor.


En 1880, en el preludio del alzamiento del gobernador porteño Carlos Tejedor contra el Gobierno Nacional, el futuro presidente, general Julio Argentino Roca, aseguraba que los tejedoristas “no podrán nada contra el Congreso, donde tendremos una mayoría incontestable, sino por medio de la fuerza y la violencia. Un atentado como éste será el principio de la guerra civil, un reto salvaje a la nación, a todos los pueblos que la forman”.

En esa carta, publicada por Alberto G. Padilla, agregaba que, de todos modos, “para ese caso estamos bien preparados. Tenemos elementos de sobra para formar un ejército formidable. Contamos con escuadra y todo un ejército de línea. Entre Ríos y Santa Fe pondrán, en un mes, 20 mil hombres sobre las armas”. En cuanto al presidente Nicolás Avellaneda, ya en los últimos meses de su mandato, comentaba Roca que “yo no sé qué hará, ni por dónde irá a escurrirse. Sigue Tejedor burlándose de él con la desvergüenza más grande. En estos momentos, se pasean por las principales calles de Buenos Aires los cuerpos de bomberos y voluntarios, en formación, con uniformes, banderas desplegadas y a tambor batiente.”

Decía Roca que “el poder militar de la república está en el interior. Tráiganse todos los materiales de guerra y armamento que tiene la Nación a Rosario, y declare a ésta capital permanente, y yo le garanto que Buenos Aires no se alzará. Estamos en otras condiciones que cuando luchaba con Urquiza que, en plata, sólo le oponía las provincias de Entre Ríos y Santa Fe. Ahora todos los pueblos, aproximados por los telégrafos y ferrocarriles, pueden concurrir a la cita”. Sobre los recientes disparos porteñistas contra la casa particular de Avellaneda, comentaba Roca: “estos hechos, que avergonzarían a la última aldea de la República, revelan el estado social de la Reina del Plata”…