DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO. Opinaba que había que pedir la compra de libros a los industriales, “toda vez que les vaya bien en la zafra”.
El presidente de la Sociedad Sarmiento, Emilio Carmona, escribió el 21 de junio de 1883 a Domingo Faustino Sarmiento, informándole la inauguración de la flamante biblioteca social. El autor del “Facundo” le contestó, entusiasmado, el 2 de agosto. Coincidían totalmente en la importancia de esos centros y acaba de inaugurar uno en Buenos Aires y otro en San Juan. “Ya ve usted que las corrientes eléctricas van y vienen de unos cerebros a otros”, expresaba.
“No es un acaso singular que nos ocupemos de bibliotecas a un tiempo en tres puntos distintos. A medida que las ciencias avanzan, se encuentran más relaciones que las que se creía, en las fuerzas que gobiernan el universo. Acaso las lluvias actuales son efectos de alguna perturbación solar. Míster Gould, mi sabio amigo, ha verificado que nuestro clima está modificado por las manchas del sol y los pamperos arrecian cuando aquellas son mayores”, agregaba.
Daba un ejemplo del efecto de un artículo suyo de 1842, para demostrar que “cuando los escritores no son retóricos, son meros exponentes de la obra que se viene haciendo lentamente en los espíritus“. Terminaba: “Hacen ustedes biblioteca y yo conferencias, porque ya está obrada la reacción contra el espíritu que sopló al Congreso, de abandonar la obra realizada de mantener las 200 bibliotecas creadas ya en las últimas aldeas. Insistamos. La salvación de nuestra raza y aún de nuestra lengua, está en la difusión de las bibliotecas, tanto o más que colegios y escuelas. Exciten a mis amigos los productores de azúcar, a ayudarles a la compra de libros toda vez que les vaya bien en la zafra. Será el diezmo pagado a la inteligencia, al propósito de la creación, al hacer al hombre a la imagen y semejanza del Creador”