EL CRIMEN DE 1838. Ataque al carruaje de Heredia, según el dibujo a pluma de Guido Bruveris.
El gobernador Alejandro Heredia fue ultimado cerca de Lules, el 12 de noviembre de 1838, cuando iba en carruaje a Arcadia, por una partida al mando de Gabino Robles, e integrada por Vicente Neyrot, Juan de Dios Paliza, José Hermenegildo Casas y Gregorio Uriarte. En su “Chavela. Novela histórica argentina” (Rosario, 1903), Jorge Söhle reconstruye el suceso. Afirma que Heredia había abofeteado meses atrás a Robles.
El gobernador conversaba y, de pronto, lo interrumpieron “un grito de su postillón de confianza”, y “una voz conocida, la de Robles, que decía: ’Haga alto la galera y que salga el indio Heredia’. Sacó la cabeza por la portezuela, automáticamente, sin darse cuenta de lo que hacía, y viendo a Robles dijo: ‘Qué hay Robles, todo lo que usted pida le daré’. ‘Hay las bofetadas del 24 -contestó este haciendo fuego sobre él con su trabuco- y sólo quiero tu vida, tirano’. La carga de recortados, completa, dio en la cara de Heredia, produciéndole una muerte casi instantánea. Su cuerpo inerte cayóse, colgando la cabeza fuera del carruaje”.
Mientras, “la galera había sido detenida por Paliza y Uriarte. Y Casas, después de errar fuego con su pistola, se tiraba del caballo para rendir a Lery, que todo trémulo, horrorizado, se había acurrucado en el rincón del coche; y Neyrot llegaba con los dos soldados a gran galope”.
Segundos después, Robles, “quitando la vista del cadáver y moviendo enérgicamente su cabeza por dos veces”, dijo: “Vamos a la ciudad, demos la noticia y que se nombre nuevo gobernador. Mi sed de venganza está satisfecha y nada más ambiciono; que los políticos hagan los pasteles que quieran. Y ustedes -prosiguió dirigiéndose a los postillones- sigan su camino a Lules, allí lo pueden enterrar. Vamos”. Y se alejó apurado con sus hombres.