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EL GIMNASIO ESCOLAR. Los niños retozan en la gran pileta del establecimiento, en una foto tomada hacia 1899.

Los consejos del gran médico Aráoz Alfaro.


El gobernador Lucas Córdoba, por decreto que firmaba su ministro de Hacienda e Instrucción Pública, Alberto de Soldati, procedió por decreto del 14 de julio de 1897, a crear el “Gimnasio Escolar”. Se alzaba en la manzana donde hoy existe el Hospital Centro de Salud, y más tarde se lo bautizó “24 de Setiembre”. Se inauguró bajo el siguiente gobierno, de Próspero Mena, el 18 de diciembre de 1899. El prestigioso médico tucumano residente en Buenos Aires, doctor Gregorio Aráoz Alfaro, remitió con ese motivo una carta al Consejo General de Educación.

Decía Aráoz Alfaro que era una excelente idea de Tucumán, la de crear un gimnasio que no funcionara en salones cerrados, como ocurría, desacertadamente, en la Capital Federal. Añadía consejos. Decía que la gimnasia debía ser graduada de acuerdo con la edad. Para los jóvenes y adolescentes, los ejercicios en barra, paralelas, etcétera; pero, subrayaba: “dejemos al niño su alegría y su espontaneidad, ofreciéndole expansión para sus bulliciosas diversiones, y aire puro y libre para nutrición de su organismo en activísima evolución vital”.

Respecto del edificio para tales fines, sostenía: “un gimnasio para niños no requiere grandes construcciones. Se necesitan ciertamente salones o galpones cerrados para los días de mal tiempo, cancha de pelota, fútbol, cricket, etcétera. Pero no hay nada tan importante como una extensión libre de terreno, en sitio saludable y pintoresco, con avenidas arboladas que den sombra en el verano ardiente; con pendientes para trepar y descender; con obstáculos y fosos de diversas dimensiones para las carreras y los saltos; con baños numerosos en aguas corrientes donde los niños se refresquen y se laven, después de los ejercicios sostenidos”, recomendaba Aráoz Alfaro.

Su misiva se publicó en el diario “El Orden”, en agosto de 1897.