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BARTOLOMÉ MITRE. En 1869, en el Senado, tuvo intervención decisiva respecto de la Casa de la Independencia.

Logró su compra en vez de su expropiación.


Son sabidas las vicisitudes de la Casa de la Independencia, desde que pasó a poder del Estado. Pero no es muy conocida la intervención del general Bartolomé Mitre, entonces senador nacional, a ese respecto. La tesitura que aprobó Diputados era expropiar el inmueble, y así remitió el proyecto al Senado. En cambio, Mitre se pronunció por la adquisición, el 4 de septiembre de 1869.

“Indudablemente, no hay deber más sagrado para los pueblos que esa religión de los recuerdos grandes de la patria”, expresó. “Recordar la memoria de sus grandes hombres, de los objetos que les pertenecieron, de las habitaciones durante su vida, de aquellos lugares en que pasaron las grandes escenas de la historia contemporánea y antigua ha sido un deber moral que los pueblos llenaron siempre. Y un pueblo como el nuestro, que tiene una historia heroica, que tiene una generación llena de noble veneración por sus antecedentes, que abriga en el corazón del fuego sagrado del patriotismo, no puede menos que rendir culto a esta religión”.

Consideraba Mitre que el proyecto que aprobó Diputados “es un tributo rendido al patriotismo, y no se puede menos que simpatizar con él”. Pero entendía que “la materia daría motivo para haber formulado un proyecto distinto del que se presenta”. En efecto, “si la casa en que se juró o en que se declaró la independencia argentina merece conservarse como un monumento eterno, como recuerdo glorioso de que aquel hecho”, y la nación argentina “tiene bastantes medios para adquirirla, esa sería una razón para comprarla, no para expropiarla”.

La opinión del general pesó en el Senado, que modificó “expropiación” por “adquisición”, cosa que Diputados aceptó. La sanción, convertida en ley, se promulgó en 1872 con las firmas del presidente Domingo Faustino Sarmiento y de su ministro del Interior, el tucumano Uladislao Frías.