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JUAN LAVALLE. Estatua en mármol del héroe de Río Bamba, en la plaza porteña de su nombre.

Testimonio del secretario Benjamín Villafañe.


Es conocido que el tucumano Benjamín Villafañe 1819-1893), años más tarde gobernador de nuestra provincia, fue secretario de los generales Juan Lavalle y Gregorio Aráoz de la Madrid durante la desventurada Liga del Norte contra Rosas de 1839-41. En su libro de memorias, hay una estremecida página sobre Lavalle, ultimado por los federales, como se sabe, en una casa de Jujuy. Escribe Villafañe que “más feliz, sin embargo, que (Pedro) Castelli y (Marco) Avellaneda, no asistió siquiera a la salvaje alegría de su verdugos, ni sus restos fueron brutalmente escarnecidos. Su piel no fue, como la de Avellaneda, convertida en maneas, ni su cabeza, como la de este, la del patriota Castelli y la del general Acha, clavada en oprobiosa picota”. Murió asesinado, “pero murió en brazos de los suyos”. Había sido “alférez en los muros de Montevideo, teniente en Putaendo y Chacabuco, capitán en Maipú y en el sur de Chile, sargento mayor en Pasco, comandante en Rio Bamba, Pichincha y Moquegua; coronel en Ituzaingó, general en Navarro, Puente de Márquez, Palmar, Carpintería, Yeruá, Don Cristóbal, Sauce Grande, Tala, Quebracho y Famaillá. Murió así, aquel que fue siempre terrible en la pelea, generoso en el triunfo, incontrastable en la derrota”. Recordaba que “con 95 granaderos venció a 500 españoles en Rio Bamba, acuchilló con 100 a 300 en Pasco; cubrió la retaguardia del ejército patrio después de los desastres en Moquegua y Torata, dando esta vez, sobre el enemigo vencedor, veinte cargas en tres horas”. Era el guerrero de quien “el general San Martín decía: ‘lo que Lavalle haga como valiente, muy raro será aquel que lo imite, y que lo exceda, ninguno’. Aquel de quien Bolívar decía, a su vez: “el comandante Lavalle es un león a quien es necesario tener enjaulado para soltarlo el día de la batalla”…