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JULIO ARGENTINO ROCA. Durante su segunda presidencia, posa rodeado por sus edecanes militares.

De Silvano Bores, en el Congreso Nacional.


Silvano Bores, diputado nacional por Tucumán, formuló un rotundo elogio sobre la presidencia de Julio Argentino Roca en la sesión del Congreso del 9 de noviembre de 1901, cuando se debatía la intervención federal a Santa Fe. Empezó recordando las administraciones posteriores a la crisis de 1890, y dijo que “bajo el amparo de la imparcialidad” de la presidencia de José Evaristo Uriburu, “se hizo la elección de Roca, que fue llamado en voz alta por sus amigos, más bien dicho por su partido; y en voz baja por todos aquellos que pensaban en la integridad territorial, en el honor y el brillo de nuestras armas”.

Expresó que quería declarar “que el Partido Nacional, que ha sido clasificado como ‘roquista’, es todo el Partido Nacional, que defiende y sostiene la obra de su Convención y que está satisfecho de su obra; porque ese presidente Roca garantiza la paz interna y la paz internacional”.

Además, porque “ese presidente Roca ha guardado la espada y, con visitas amistosas, ha venido a rehacer la cordialidad de la tercera parte casi de la familia sudamericana, de todas las otras jóvenes repúblicas que se encuentran con su territorio al lado del nuestro”.

También, “porque ha roto con las intransigencias políticas, llamando a su consejo de gobierno a todos los hombres de buena voluntad, de los partidos todos que le quieran prestar su concurso; porque es, Señor Presidente, una alta personalidad con títulos a la consideración nacional y a los recuerdos de la historia, pues su nombre vivirá mientras generaciones civilizadas pueblen el sur de la República; y porque hasta las sombras de sus errores, al lado de sus servicios, sólo sirven para dar mayor claridad al conjunto. Son sombras que acompañan siempre, en todos los tiempos, a los elegidos para los grandes hechos”.