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PATIO DEL NACIONAL EN 1870. Una fotografía de Ángel Paganelli registra una vista del primitivo local, que hoy ocupa la Escuela Sarmiento.

Algunos hechos curiosos en el siglo XIX


En su casi siglo y medio de vida, la historia del Colegio Nacional de Tucumán registra no pocos hechos curiosos. Narra varios Rodolfo Cerviño en “Del Colegio San Miguel al Colegio Nacional. Dos etapas de cultura en Tucumán”. Cuenta por ejemplo que, en abril de 1874, hubo una suerte de “sedición callejera” contra José Posse, buscando eliminarlo de su cargo de rector del colegio. Dieron una ruidosa serenata frente a su casa, gritando “mueras”, entre otras cosas. A causa de esto, las clases se interrumpieron desde setiembre hasta comienzos del año siguiente.

Posse propuso en 1876 suspender las clases de alemán porque, decía, “no hay un solo alumno que sepa una palabra de alemán escrito o hablado, por la aversión que inspira un idioma que no tiene aplicación, ni inmediata ni remota, en la vida literaria y social”. No era tampoco partidario de enseñar latín pero, razonaba, “me creo impotente para vencer las preocupaciones tradicionales de un idioma que se defiende por su vejez histórica, a pesar de su inutilidad en la vida real”.

Al parecer, los rectores, a cada rato, “declaraban feriados días que son de trabajo”. Entonces, el Ministerio les advirtió, en 1890, que no había más feriados “que los días patrios; los que marca la Iglesia; en la Semana Santa desde el jueves inclusive, y los que sean declarados tales por el Gobierno”.

Un suceso risueño revela la antigüedad de las bromas estudiantiles. En 1889, era vicerrector y profesor del Colegio el severo don Carlos Lowenhard. Sucedió que algún alumno envió al Ministerio una nota, con su firma falsificada, donde renunciaba al cargo y a las cátedras, dimisión que el Ministerio aceptó. Requirió todo un trámite aclarar el asunto y lograr que la renuncia se declarase inexistente.