El Cabildo resolvió apoyar a un franciscano.
Los miembros del Cabildo de Tucumán, en la sesión del 4 de febrero de 1820, consideraron que “desgraciadamente observaban que esta ciudad capital carecía hasta de los primeros rudimentos que forman al hombre en la sociedad”. Y que “olvidada la educación pública de la juventud, en nada menos se había consultado que en remediarla”, y que “en 130 años de población”, los padres tenían que enviar a sus hijos a otros destinos “para aprovecharlos en la enseñanza de las letras”. Opinaban los capitulares que, a pesar de la escasez de los fondos con que contaban, y a que aun estaba “fluctuando en la nave política de la revolución” no podía dejarse de atender el asunto.
Teniendo presente, entonces, la necesidad “de proveer una escuela de primeras letras”, disponía apoyar la tarea que el hermano fray Juan José Dolores realizaba en la escuela que dirigía en el convento de San Francisco. Se lo gratificaría con 100 pesos anuales, más el costo de útiles “papel, tinta y otras cosas necesarias a la escuela”, para que así “doble sus tareas en la enseñanza de la juventud”. Dependería entonces del Cabildo, y debía presentar sus alumnos a examen dos veces por año. En cuanto a la “determinación de las reglas y modo de la enseñanza”, le daría las instrucciones del caso el Alcalde de Segundo Voto.
Para que estas nuevas obligaciones no complicaran la vida del hermano Dolores, se oficiaría al Provincial de San Francisco, diciéndole que “si esta medida benéfica no se opone a las sabias reglas de su instituto” se sirva librar al hermano Dolores de “las obligaciones que puedan embarazarle el libre y franco ejercicio de la enseñanza”.