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ALFREDO GUZMÁN. Con su esposa, doña Guillermina Leston, en el acto inaugural del Colegio “Guillermina”.

En 1937, Alfredo Guzmán marcó esa necesidad


El 10 de abril de 1937, se inauguró el colegio “Guillermina Lestón de Guzmán”. Al acto, donde estaba presente el gobernador de la provincia, doctor Miguel Campero, asistieron don Alfredo Guzmán y doña Guillermina, la pareja donante del establecimiento. En esa ocasión, don Alfredo pronunció uno de los pocos discursos que daría en su vida.

Dijo que, acostumbrado a trabajar desde la juventud, “no tengo el hábito de hacer discursos, porque he preferido siempre las obras a las palabras”. Inaugurar el colegio, era algo que, expresó, “llena un anhelo de mi espíritu, de largo tiempo atrás acariciado con mi esposa”. Estaba destinado “a la educación de la juventud femenina” y lo había confiado a una congregación religiosa, porque pensaba que “esta formación sería incompleta y carecería de solidez, si no se la asentara sobre una firme base de una educación moral y religiosa”.

Se refería después a la importancia de que el Gobierno encarara una acción integral sobre los problemas que aquejaban a los menores en toda la provincia. “El de mayor gravedad es el de su alimentación, sobre todo de la niñez desvalida de la campaña, cuya principal causa es la miseria económica y, más que esta, la miseria moral, producida por el alcoholismo, al cual se lo debe combatir sin tregua”. Por eso pensaba que, al fundar una escuela, se “la debe acompañar de un comedor, aunque sólo fuera para el suministro de un desayuno bueno y suficiente”. Por eso, en la casa que fundaba, estaba instalado “un comedor con recursos propios”.

Agregaba que, en verdad, últimamente se habían establecido algunos comedores escolares. Pero “se requieren muchos más: es necesario desarrollar una acción enérgica, en especial en los barrios suburbanos de las ciudades y en la campaña, donde es mayor la necesidad”.