Una donación del Comisario del Ejército
En julio de 1831, Tucumán se encontraba en vísperas de graves acontecimientos: Juan Facundo Quiroga avanzaba rumbo a la provincia, cuyo gobierno unitario aplastaría en la batalla de La Ciudadela. Y sucedió que, en momentos de tanta inquietud y alarma, un vecino tuvo un singular acto de desprendimiento.
En efecto, el 6 de ese mes, Francisco Posse, que se desempeñaba como Comisario General de Guerra, se dirigió al Gobierno “para manifestar nuevamente su decisión y su patriotismo por la causa del orden y de la libertad”. Al asumir el comisariato de Guerra, se le había fijado un sueldo de 30 pesos mensuales. “Quiero tener el honor de destinarlos a las atenciones de la guerra”, decía, agregando que “y más 200 pesos (que) destinaré, de mis fondos, a la Caja del Estado, para la enseñanza de los niños de las escuelas de primeras letras de esta provincia”, expresaba Posse.
Ese mismo día, el gobernador interino Manuel Berdia proveyó la presentación. Expresaba: “Admítese el generoso desprendimiento del ciudadano don Francisco Posse, Comisario General del Ejército, en la cesión que hace de los sueldos que le corresponden por su clase, y además la suma de 200 pesos que ofrece poner en calidad de donativo en la Tesorería, destinada a educación de los jóvenes en las escuelas de primeras letras de esta provincia”. Disponía que se le dieran las gracias, “con inserción de este decreto”.
No contamos con datos biográficos de Posse. Era uno de los hijos del español Manuel Posse y de doña Águeda Tejerina, dama tucumana que en 1806 lanzó la proclama dirigida a las mujeres de la ciudad, instándolas a colaborar en la expulsión de los invasores ingleses. Entendemos que el gesto nada frecuente -que consta en la documentación de nuestro Archivo Histórico- merece recordarse.