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CASA DE LOS SILVA. Patio de entrada, en la vivienda donde hoy funciona el Museo “Presidente Avellaneda”.

En “Chavela”, novela de ambiente tucumano


En 1903, Jorge Söhle (sin duda acudiendo a los recuerdos de su madre tucumana, Felisa Rueda Frías), publicó “Chavela”, una novela histórica ambientada en nuestra ciudad en tiempos del gobernador Alejandro Heredia. El año pasado, la reimprimió la Fundación Lillo, en su “Colección del Bicentenario”, en un tomo que incluye “Fruto vedado”, de Paul Groussac y “Fruto sin flor”, de Juan B. Terán. Uno de sus capítulos reconstruye el decorado de la casa de don José Manuel Silva (hoy Museo “Avellaneda”), quien ofrecía una tertulia en 1838, el día del patrono San Miguel.

Según su narración, “esa noche se bailaba de los altos de la casa, en los salones conocidos por ‘el dorado’ y ‘el azul’, llamados así en virtud del papel de las paredes, que hacía juego con las alfombras”. El “dorado” había sido invadido “por el elemento de baile; lo encontraban más a propósito para la juventud, con sus dos sofás y sillas de caoba y esterilla”. Tenía “tres grandes espejos -ostentando cada uno, en su parte superior, un bello paisaje pintado- calzados en mesitas de madera”. Estas, a su vez, “presentaban espejos más pequeños en la parte inferior, entre el piso, las dos patas traseras -las recostadas a la pared- y la tabla horizontal”.

Iluminaban el salón “dos magníficas arañas de cristal para 35 velas de esperma cada una”, con ”cuatro artísticas lámparas de metal blanco”. El soporte de estas tenía la estatua de “un joven turco con su traje nacional, sosteniendo en la mano derecha -el brazo levantado- el recipiente de vidrio en forma de tea, para el líquido oleaginoso que debía empapar la mecha y que llamábase ‘grasa de potro’ y los seis candelabros -dos ante cada espejo- de cinco luces, que cubrían con fanales a sus velas de esperma”.