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PABLO ROJAS PAZ. “Lo literario se benefició con un poetizar y un filosofar en permanente vigilia”.

En el ensayo, logró honda captación de sus temas.


Un ajustado juicio sobre el gran escritor tucumano Pablo Rojas Paz (1896-1956), trae la “Enciclopedia de la literatura argentina”, de Pedro Orgambide y Roberto Yahni. Expresa que, cómo biógrafo, “resulta excesivamente imaginativo, y sus biografiados, producto de una técnica impresionista. Sus libros sobre Alberdi y Echeverría pueden ser leídos con placer por quienes, dentro del género, no recusan la hegemonía de la intuición y la introspección”.

Agrega que “como ensayista, en cambio, alcanzó niveles de profunda captación y llegó frecuentemente a la esencia de sus temas a fuerza de síntesis y temeridad poética. Sus temas suelen ser, justamente, un pretexto para andarse por las ramas del espíritu con gracia y agilidad; a partir del título -más o menos azaroso-, por lo común se lanza a la caza de impresiones y sensaciones del más variado registro, destinadas a rastrear lo posible y lo imposible de todo y todas las cosas, y a extraerles su escondida riqueza”.

Dentro de este “atrayente caos, en el que lo literario recibe el beneficio de un poetizar y un filosofar en permanente vigilia, se destacan los libros que recogen sus indagaciones sobre la problemática de la nacionalidad: ‘El perfil de nuestra expresión’ (1929) y ‘El canto de la llanura’ (1954). De entre todas las vertientes de su creación, es en el ensayo donde la cuidadosa preocupación del autor por el lenguaje recoge las más altas notas: su dominio del estilo apunta a la sobriedad y a la transparencia y, a veces, linda con el virtuosismo”.

En cuanto a la obra de narrador de Rojas Paz, “transmuta elementos del folklore tucumano en materia estética y, ocasionalmente, alcanza poderosa sugestión. Tanto sus cuentos como sus novelas transcurren por un costumbrismo ruralista de tono lírico, que no excluye, sin embargo, la pintura realista de gran fuerza dramática”.