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ADÁN QUIROGA. El destacado antropólogo, jurista y literato residió varios años en Tucumán.

En una evocación del doctor Ernesto Padilla.


En 1931, la Universidad Nacional de Tucumán imprimió uno de los tantos trabajos arqueológicos de Adán Quiroga (1863-1904) que habían quedado inéditos: “Petrografías y pictografías de Calchaquí”. En el prólogo, Ernesto Padilla evocaría los años que Quiroga pasó en nuestra ciudad. “Mi recuerdo fija su residencia en Tucumán en seis años (1894-1900), que puedo llamarlos de su madurez, bien temprana por cierto, pues falleció a poco de cumplir los cuarenta. Fue juez, buen juez, y, al dejar el cargo, publicó sus fallos; después ejerció la abogacía, fue periodista, colaborador en ‘La Provincia’ y director de ‘El Nacional’, que fundó con Damián Garat para prestigiar la candidatura del general Roca a la segunda presidencia”.

Narra que “entonces lo conocí, en movediza y múltiple actividad, desparramando los dones de su talento con despreocupación y en descuido que no han perjudicado su obra, que resulta ponderable y sostenida con la consagración del tiempo”.

Destaca Padilla que Quiroga adquirió gran concepto y gran prestigio en Tucumán. “He oído repetir sus versos, sus pláticas y, reiteradamente, los relatos hacen mención de párrafos de dos de sus discursos que impresionaron vivamente. Uno, en la Sociedad Sarmiento, presidiendo los Juegos Florales de 1899 en que, con animado acento oratorio, invitaba a los jóvenes a trabajar por la belleza, con la poesía: ‘Cantad, jóvenes, cantad…’ fueron sus primeras palabras”.

Otro, el de su despedida, cuando regresó de Tucumán a Catamarca. Allí, “con sobriedad y emoción, diseñó un armonioso cuadro de la labor que hace a nuestra provincia foco de atracción para los hijos de la provincias vecinas”.