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DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO. En sus últimos años, con el “bastón acústico” que usaba a causa de la sordera.

Carta entristecida de 1878 al amigo tucumano


Como es sabido, el gran amigo y confidente de Domingo Faustino Sarmiento fue el periodista y político tucumano José Posse, a quien todos conocían por su apodo “don Pepe”. El 4 de septiembre de 1878, Sarmiento le comentaba, por carta, cierto problema que le había causado el mayor de los fastidios. “Mi salud está sujeta a las más singulares contingencias”, empezaba diciendo.

“He estado sordo como una tapia hasta anteayer, que vino el médico y me restableció el oído en un segundo. Estaba ya desesperanzado de recobrarlo, y me da vergüenza decir que estoy bueno, después de haberme lamentado de haberlo perdido completamente, y esto de la noche a la mañana. Parece fuera de duda que la laxitud de ciertos músculos hace que se cierre y obstruya un conducto, que lleva el aire aspirado al interior del oído. Sólo así se explica cómo se restablece instantáneamente al inyectarle artificialmente el aire”, explicaba.

Por la brevedad de las cartas de Posse, suponía que “tu horizonte es limitado, y siento que a eso se agreguen disgustos y enfermedades”, decía. Agregaba que “de estos tengo una buena dosis”. Le parecía que “tenemos tú y yo que atravesar el más penoso retazo de camino, con la falta de propósitos, las enfermedades y el peor de todos los males del espíritu: el desencanto. El mío lo es del país como elemento de desarrollo, y del ‘pueblo’ como materia progresable”.

Dos años antes, había visitado Tucumán por primera vez, con motivo de la inauguración del ferrocarril. Recordaba con pena ese viaje. “Mi visita a Tucumán me hizo mal. El trayecto de Córdoba hasta allá, es la negación de una futura república”. Terminaba: “Consolémonos como podamos y cuenta con la amistad de tu amigo, D.F. Sarmiento”.