Escrito póstumo de Navarro Viola, en 1865
Es sabido que la fabricación de carretas fue una muy importante industria de Tucumán desde el siglo XVIII, hasta que la llegada del ferrocarril sustituyó poco a poco esos armatostes tirados por bueyes que recorrían, con su carga, las sendas del país.
Un escrito póstumo del doctor Domingo Navarro Viola, publicado en 1865, discurría largamente sobre el asunto. Llamaba a las carretas “este maldito vehículo de conducción que tanto tiene atrasada la industria, el comercio y hasta la moral de nuestros pueblos”. Constituía en Tucumán, decía, “uno de los ramos fuertes de exportación, y de mucho consumo interior, para llevar a los centros de comercio las manufacturas y productos de las diferentes industrias, y en el uso mismo de los establecimientos de agricultura”.
Añadía que en dicho rubro “se consumen las maderas del país” y que “muchos trabajadores se emplean, en los alrededores de la ciudad y en la campaña, en la fábrica de las carretas que han de componer nuestras pesadas tropas”. Informaba que fue don Napoleón Gallo, “el primero que este año ha tratado de modificar ese medio de transporte, poniendo ejes y bujes de fierro, ruedas delgadas enllantadas y, disminuyendo el volumen de las masas y del maderaje, aumentar el buque y minorar el peso: pero ha escollado en la falta de ejecutores herreros. Ésta y otras muchas reformas necesita nuestro carro de conducción, así como nuestros caminos exigen mejoras. El comercio es apático, porque lo mueven los bueyes y lo estorban hasta los arroyos”…
Apuntaba que “de 800 a 1000 carretas salen de aquí (Tucumán) anualmente, y se venden en el litoral más de la mitad con su dotación. Las demás hacen el retorno de mercancías para Tucumán, Salta y Jujuy”.