Por meritos ganados en el cólera de 1886-87
Don Camilo Sona fue un destacado empresario en el Tucumán de fines del siglo XIX. Era propietario de “La Universal”, única fábrica de cerveza que existía, desde 1880 y por varios años, en la provincia. Sucedió que hacia fines de 1887 terminó procesado y encarcelado. El 19 de febrero de 1890 la Sociedad de Beneficencia dirigió, al gobernador Próspero García, una nota sobre su caso: firmaban la presidenta, María Pondal de Iramain, y la secretaria, Guillermina Leston de Guzmán.
Solicitaban que se indultara a Sona, quien se hallaba en la cárcel sentenciado por algo que constituía “más bien un hecho desgraciado que criminal”. Recordaban que, durante la epidemia de cólera de 1886-87, su figura “se levantó inmensamente sobre la de los demás”. En efecto, “abandonó su reposo, sus negocios, todo lo que tenía, para dedicarse exclusivamente, en esa época de duelo y de luto para Tucumán, a la atención y cuidado de los desgraciados que eran víctimas del flagelo, y esto cuando se encontraban completamente abandonados”.
Agregaban que en los archivos oficiales debía estar la nota que entonces le dirigió el Poder Ejecutivo “manifestándole, a nombre del pueblo de Tucumán, su inmensa gratitud, y deseando se presente una oportunidad en que le sea posible retribuirle tan eminentes servicios”. Y bien, decía, “ha llegado la oportunidad para que Tucumán pague deuda tan sagrada”.
El gobernador pidió informes a la Policía sobre la conducta de Sona en la cárcel, y le manifestaron que era “irreprochable, moral y ejemplar”. El 18 de octubre de 1890, tras el dictamen favorable del fiscal Osvaldo González Sorol, el doctor García dispuso que se pusiera “inmediatamente en libertad” a don Camilo Sona.