Timoteo Gordillo y los caminos de Tucumán
El riojano Timoteo Gordillo (1814-1874) fue un memorable pionero del transporte de pasajeros y mercaderías en la Confederación Argentina, antes del ferrocarril. Compró los vehículos en Estados Unidos y fundó, en 1858, una empresa que tendría enorme importancia para comunicar ciudades y pueblos del país. Previamente, con ingenieros extranjeros, trazó caminos –o modificó los viejos- con postas cada cuatro leguas y fortines en los sitios peligrosos.
En sus memorias, cuenta las medidas que adoptó relativas a Tucumán, tras la experiencia de una recorrida que inició en Rosario y terminó en Jujuy. “Observé –narra- que por las grandes vueltas que daban los caminos, se alargaba enormemente el viaje, siendo esto gravoso por el gobierno y penoso para los pasajeros”. Entonces, “de regreso de mi viaje de inspección, mandé que se abrieran camino rectos, interesando a los vecinos y pobladores, y haciendo que ellos mismos retirasen sus cercos, y en otros puntos los abriesen, haciéndoles ver las conveniencias que a ellos mismos les reportaría”.
Añade que “mejoré y cambié los caminos de Santiago del Estero a Tucumán, que a más de ir por la cuarteada, que eran caminos muy pesados, tenían que pagar doble. A este camino lo cambié por Sotelitos, cortando la distancia en 43 leguas. Allí coloqué una chata para el paso de mercaderías y carretas. De Tucumán a Salta se cobraban más de cien leguas, y en algunas postas, como en Las Piedras, se cobraba doble por caballo y también en las cuarteadas. Cambié este camino de Tucumán por Burruyacu, acortándolo en más de 25 leguas: en ese punto, coloqué a don Zenón Arias por maestro de posta y lo habilité con dos mensajerías para llevar pasajeros y correspondencia a Salta, poniendo él los caballos y tomando para él los beneficios que tomara del negocio”.