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Libro póstumo del doctor Márquez Alurralde.


El doctor Maximiliano Márquez Alurralde (1899-1956) fue un destacado abogado y hombre de letras de Tucumán. Se desempeñó como juez y como fiscal de Estado y dictó una cátedra en la Facultad de Derecho de la UNT. Pero, sobre todo, fue un hombre de letras, que cultivó la poesía, el teatro y el periodismo. Radicado en Monteros, presidió la Sociedad y Biblioteca Mitre, que bajo su conducción se transformó en un notable foco de irradiación cultural.

Nunca reunió su copiosa obra en libro. Póstumamente, en 1985, su hijo Maximiliano publicó algunos textos seleccionados de su autoría, en verso y en prosa, en el tomo “Pájaro de luna”, con prólogo de Manuel Serrano Pérez. Ahora, acaba de editarse “Crónicas de Córdoba del Tucumán”, que compila las sugestivas notas que con ese título publicara en LA GACETA y en “La Voz del Interior” durante diez años, en los 30 y en los 40 del siglo que pasó.

En esos escritos, Márquez Alurralde, eterno veraneante de la villa de Tulumba, vertía sus crónicas y reflexiones sobre el pasado y el presente de esa provincia. Este segundo libro póstumo del tucumano se presentó hace un par de días en Tulumba, en el Centro de Interpretación del Camino Real, con ocasión de la entrega de premios del certamen literario “Maximiliano Márquez Alurralde”.

Bien está que se rinda homenaje a quien, dice Serrano Pérez, “era un poeta de sincera delicadeza espiritual y finura, como características esenciales”: alguien que “amaba la vida, la placidez de la vida provinciana”. Su poesía, “bajo los palios arquitectónicos de Rubén Darío y Ricardo Jaimes Freyre, va revestida de un aura de optimista alegría, fulgores estelares, cumbres, naturaleza ubérrima y una visión