Extensos debates sin llegar a una votación
La sesión del Congreso del 29 de noviembre de 1816 se inició, como de costumbre, con la lectura de varios pliegos y la redacción de las respectivas contestaciones. Luego, a moción del presidente, se entró a tratar el tema pendiente de los problemas creados con la diputación de Salta, ante la no incorporación de su diputado José Moldes. Su elección estaba controvertida, y venía dando lugar a fuertes discusiones e imputaciones.
Advirtió el presidente que, si algún congresal tenía “algo que reflexionar” respecto del asunto, lo hiciere, para pasar luego a adoptar una resolución. Habló entonces Manuel Antonio Acevedo. Dijo que, aunque no había asistido a la sesión donde se debatió el punto, conjeturaba, por “la expresión del acta”, las “exposiciones acaloradas de los señores diputados”. Le parecía que “las resoluciones que se tomasen, debían reglarse por las consideraciones debidas a la provincia de Salta, cuyos méritos y servicios -que recomendó detenidamente- la hacía acreedora a las deferencias que se habían tenido con otras”.
La crónica de “El Redactor”, narra que otros diputados contradijeron las expresiones de Acevedo. Insistieron “en los principios que debían conducir la deliberación, a beneficio y por consideración debida a ciudad y provincia de Salta, contra los artífices de la discordia que obran la desunión en su perjuicio”.
La discusión terminó en este tenor y “hechas varias y profundas reflexiones por otros señores diputados, sin poder arribar a un acuerdo en la materia, terminó la primera hora, dejando la segunda para una sesión secreta”.