Iniciativa de la gran central bibliográfica.
En 1934, el doctor Alberto Rougés (1880-1945) presentó al Consejo Superior de la UNT, que integraba como consejero, el proyecto de “organización de una central bibliográfica””, con base en la Biblioteca Central de la casa. De acuerdo a la amplia fundamentación, buscaba, en síntesis, que todas esas instituciones pudieran “satisfacer las necesidades de una cultura”.
En primer lugar, establecía que “se procurará obtener fichas de los libros y revistas de todas las bibliotecas públicas existentes en Tucumán y su zona de influencia”, para confeccionar con ellas un catálogo “por sistema decimal”.
Se procurará, además, coordinar la adquisición de libros de todas, a fin de que, “dentro de lo posible, cada una se especialice en determinadas materias”. Con ese criterio, el conjunto de las compras podía llegar a formar “el más amplio y selecto acervo bibliográfico posible”.
Debían realizarse reuniones semanales de todos los bibliotecarios de Tucumán, para “unificar los métodos de catalogación y aprender la técnica de las bibliotecas, en especial la de la clasificación decimal”. El programa sería desarrollado por un empleado, con el título de “Encargado de la Central Bibliográfica”, dependiente del director de la Biblioteca de la UNT.
Este, todos los años, “conceptuará al personal de la misma, teniendo presente al efecto la laboriosidad, la preparación general como bibliotecario y el conocimiento de las lenguas inglés, alemán, francés e italiano. Los conceptos serán los siguientes: regular, bueno y muy bueno”. No sabemos que la iniciativa de Rougés llegara a tratarse.