Bosque de ceviles devastado en Mancopa
El “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio”, que se publicaba en Buenos Aires desde 1802, traía en su número 89, de 1804, un extenso artículo de alerta sobre el riesgo que encerraba la tala de árboles. Daba un concreto ejemplo tucumano, sobre “el apreciable árbol del cevil”, devastado por las curtiembres que utilizaban su corteza para procesar los cueros.
Decía que “los inmensos montes que se encuentran en Mancopa, en las inmediaciones de la Ciudad del Tucumán, llegarán a ser en breve tiempo un campo raso y despoblado, si la bárbara mano que en el día los desnuda enteramente de su corteza, no encuentra alguna fuerza que se oponga a su método ruinoso y destructivo”.
Expresaba que a cada momento se apreciaban “entre estos vegetales vivos, una porción de espantosos esqueletos que, por haberles interceptado, con el total desprendimiento de su corteza, la circulación de la savia tan necesaria para su vegetación, han exhalado el último aliento de su vida para no resucitar jamás”.
Testimoniaba que “yo mismo he visto muchas veces, al atravesar aquellos amenos campos, estos espectros espantosos formados por la furia de la mano exterminadora del hombre indolente y asesino”.
A juicio del articulista, “por ignorar y desatender estos principios demasiado ciertos, cuidaron muy poco nuestros abuelos de que la posteridad quedase sin el grande beneficio que pudo haberle proporcionado el plantío de árboles en la campaña y la fiel conservación de aquellos que la naturaleza le había dado”.