Un extraordinario entusiasmo de 1854
El 31 de marzo de 1854, desde Tucumán, el doctor Agustín Justo de la Vega escribía al presidente Justo José de Urquiza una larga carta. Lo instaba primero a cumplir su promesa de visitar la provincia, acto que pensaba beneficioso dado el ambiente convulso que reinaba.
Agregaba que, por otro lado, un “acontecimiento de importancia” había venido a “distraer en cierto modo el ánimo de todos”. Se trataba del “descubrimiento de minas de plata que acaba de hacerse en las cercanías de mi hacienda de Tafí, como a veinte leguas de esta capital”.
Narraba que “en menos de ocho días se han encontrado cuatro vetas que ensayadas por fundición han producido cuarenta y cinco marcos por cajón, por supuesto metales al sol”. Un “mineralogista alemán recién llegado de Europa, mandado por la casa de Laffon (uno de los descubridores)”, vaticinaba allí una futura “riqueza”.
Informaba que “ya han pedido posesión de estos descubrimientos, y se han multiplicado los pedimentos a linderos de los descubridores, para poner trabajos inmediatamente. El entusiasmo es extraordinario y todo hace creer que aquel inmenso cerro se halle cruzado de ricas vetas de este y otros metales preciosos, supuesto que hombres sin conocimientos bastantes y en tan corto tiempo de cateo han encontrado ya las que llevo mencionadas”.
A juicio del doctor Vega, “no necesitamos sino paz y garantías para que nuestras provincias exploten sus inmensas riquezas; y a esta paz y a estas garantías las tenemos ya aseguradas en nuestra liberal Carta Constitucional, y por el Jefe que los pueblos han elegido para hacerla obedecer y cumplir”.