No tenían el reflejo de los daguerrotipos
Tiene interés, para la historia de los tiempos iniciales de la fotografía en Tucumán, un aviso aparecido en el periódico local “El Eco del Norte”, del 5 de agosto de 1858. Se refería a los “retratos heliográficos”.
Informaba que la Sociedad Heliográfica establecida en “la casa de las señoras Laspiur, calle del General Belgrano número 32” (es decir, la actual 24 de Setiembre al 400), se proponía “sacar retratos por medio de la heliografía, o sea fotografía perfeccionada, con todas las mejoras que han introducido los distinguidos patriarcas de este noble arte: Nicephore Niepce, Talbot, Herschel, Quaudin, Le Gray, Hunt, etcétera, de París y Londres”.
Destacaba que “lo notable de esta clase de retratos es su permanencia, su exquisita belleza, la animación y perfecto parecido, particularmente en los ojos”. Hacía notar que “no presentan el desagradable reflejo propio del daguerrotipo o del electrotipo”. Además, no requería la pose al sol, “que tanto molesta a la persona y desfigura el semblante”, y la ventaja “de que se puede pestañear cuanto se quiera durante la operación”.
La Sociedad estaba “provista de aparatos perfectos y materiales de la mejor calidad”, aptos para “complacer a las personas que tengan a bien ocuparla”. En cuanto al taller donde se tomaban los retratos, se hacía notar la existencia de “una luz suave, sin reflejo y opuesta a la del sol”. Se prevenía, eso sí, a las señoras “que los vestidos de color blanco, celeste y rosa, son los menos a propósito, por ser los que más atacan la luz y destruyen los medios tintes que forman la belleza de la imagen”.