Una carta de fray Cayetano Rodríguez de 1812
El 26 de octubre de 1812, desde Buenos Aires, fray Cayetano Rodríguez escribía al futuro obispo, doctor José Agustín Molina, su dilecto amigo, sobre la victoria obtenida en el Campo de las Carreras de Tucumán, el pasado 24 de setiembre.
Le alegró la carta de Molina, que ahora contestaba. La “deseaba con ansia, para oír de tu boca algo de las glorias del encantado y encantador Tucumán; aunque por los partes circunstanciados de Belgrano, que ya corren impresos, lo sabemos todo bien”. Le parecía “el compuesto más glorioso que salió del Tucumán”.
Añadía que “hasta ahora no duermo bien de noche. Muchos momentos me roba el Campo de las Carreras, que debe llamarse Hacéldama, ‘aguer sanguinis’, por verse regado con la sangre de tantos facinerosos que querían mancillar nuestras glorias; o si no, el valle de Terebinto, donde los tucumanos, como otros tantos Davides, han hollado la soberbia del Goliat arequipeño”. Fray Rodríguez se refería al vencido general Pío Tristán, que era peruano, nativo de Arequipa.
Comentaba: “¡Vaya a un cuerno el bribón! Él se ha costeado a llenar de gloria al tucumano suelo y de ignominia al Perú”. Ya Pedro Somellera le había mostrado unos versos escritos por Molina sobre la batalla, y todos le parecían “cosas dignas del talento de mi querido hermanito”. Rodríguez también componía poemas patrióticos. Pero, apuntaba, “no he querido usurpar el derecho a las musas tucumanas ni oscurecer, con la mía, la acción más brillante que ha habido en todo el tiempo de nuestra feliz revolución”.