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A CABALLO. A la izquierda, el doctor Juan Heller, presidente de la Corte de Justicia, junto al ministro, doctor Rufino Cossio, hacia 1940. la gaceta / archivo

Crónica del doctor Juan Heller en LA GACETA.


En 1924, el doctor Juan Heller (1883-1950) publicó en LA GACETA la crónica de uno de sus muchos viajes a caballo por la serranía. En este caso, había llegado a Amaicha del Valle y procedía a describir el villorrio. Extraemos algunos párrafos. “La entrada al valle es una soberbia belleza. Se lo divisa, mucho antes de llegar, desde la altura de la cuesta de Los Cardones, llamada así porque son esas las únicas plantas que crecen y vegetan en medio de las pedregosas laderas de la falda norte de la montaña”, decía.

Cerros y estribaciones que limitan el valle “son de un color oscuro que adquiere una tonalidad impresionante cuando se pone el sol. El paisaje es majestuosamente uniforme, seca la tierra y el aire, escasísima el agua y pobre la vegetación natural”. Sólo a lo largo de las acequias, o muy de rato en rato, aparece “una maravillosa mancha de verdura que encanta los ojos, con los árboles plantados a las márgenes de los cauces, o una chacra que ha recibido el cuidado y el beneficio del riego. Entonces la tierra se vuelve generosa y opulenta”.

En cuanto a las casas, todas “sin excepción son de adobe crudo, a veces con cimiento de piedra o canto rodado hasta el nivel del suelo mas o menos, tirantería de álamo a veces y otras de madera de cardón y el techo de paja o de torta, con muy poco vuelo, descansando sobre un entramado de cañizo. La comarca no proporciona otros materiales para la edificación”. Advertía que “casi todos los habitantes de Amaicha son propietarios de pequeñas extensiones de tierra que cultivan personalmente, pero la comarca y los lugares próximos forman un gran condominio”.