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JUAN MARÍA GUTIÉRREZ. En un daguerrotipo de 1853, aparece al centro, entre Benjamín Gorostiaga (derecha) y Delfín B. Huergo. la gaceta / archivo

Las “maravillas” compiladas por Chartin.


El abogado tucumano Ángel Pereyra (1852-1889), fue ministro de Hacienda de la Provincia en 1887. En su época de estudiante en Buenos Aires, frecuentó mucho a su amigo y comprovinciano, el presidente Nicolás Avellaneda. Éste le encargó un día enviar a Juan María Gutiérrez varios tomos de la colección “Maravillas”, editadas por Hachette y compiladas por el francés Chartin. Al parecer, Chardin planeaba hacer algo similar en Buenos Aires.

En marzo de 1875, Gutiérrez acusó recibo. A la vez, formuló un comentario muy revelador de sus inclinaciones espirituales. “Si fuera posible dar un consejo a M. Chartin, desde el punto de vista de las necesidades intelectuales de las repúblicas de América, convendría insinuarle que estudiase algo más su plan, en el sentido de las maravillas morales”, decía.

“¿Por qué no podría hacerse un cuadro maravilloso, por ejemplo, del fruto que han dado, para dicha del hombre moderno, la concepción y práctica de las instituciones libres? Las maravillas de la economía política, las del comercio, las de los fenómenos de la palabra; tomada esta ya como producto de ese órgano especial de nuestra especie, ya como medio de placeres, de enseñanza, de fraternidad, etc. etc. son de sumo interés y novedad”, argumentaba.

Científicos como Max Müller, Bopp, Bunsen, “presentan maravillas y dan nociones de una influencia incalculable para todo género de estudios y para inspirar confraternidad y humanismo, entre los pueblos que aparentemente difieren en el lenguaje, y en la realidad provienen de un mismo tronco”, afirmaba Gutiérrez. La misiva es inédita. La conservaba nuestro fallecido amigo, el doctor Hugo Colombres.