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EL COLEGIO NACIONAL. Hacia 1900, esta foto registró un ángulo del patio de su edificio. En 1914 se transformaría en sede, hasta hoy, de la Escuela Sarmiento. la gaceta / archivo

Vibrante discurso de Bores en el Congreso


En 1900, ingresó al Congreso de la Nación un proyecto de reformas diversas a la enseñanza secundaria en el interior. En la sesión del 28 de septiembre, tomó la palabra el diputado nacional por Tucumán, Silvano Bores. Era un orador vibrante y prestigioso. Empezó recordando que aquellos 3 o 4 mil alumnos que pasaron por el Colegio Nacional de Tucumán desde que se fundó, “transformaron de una manera completa la sociedad de esa provincia”. El 10 por ciento “ha figurado con distinción en las Universidades y fuera de las Universidades”.

“El resto se hizo comerciante, industrial, labrador, se confundió en la masa y fue a contribuir a la riqueza de ese pedazo de suelo, donde el esfuerzo del trabajo nacional, del criollo puro, arranca del seno de la tierra ardiente la caña que es miel, que es azúcar, la expresión del trabajo incesante. Sin el Colegio, Tucumán viviría bajo la copa de los naranjos o a la sombra de las selvas”.

Se decía que para el Estado eran caros esos colegios. Pero sucedió que “al golpe de sus campanas reglamentarias, se disiparon las tinieblas en el paisanaje; vino la inspiración y la cultura con el estudiante inteligente, moral y activo, que hasta hoy es la vanguardia de honor, en las provincias del interior, de su progreso naciente”. No era posible, le parecía, el retroceso de que se quisiera formar únicamente artesanos en las provincias.

Agregaba: “Si queréis ensayar un nuevo camino, hacedlo en las ciudades populosas, donde puede ser por lo menos una chispa, un factor útil, un elemento productor. ¡Pero dejad a las provincias con sus Colegios Nacionales, siquiera para que mantengan la esperanza de un porvenir mejor!”.