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Avellaneda y Roca, los actores tucumanos


El 1 de junio de 1880, llegó a su clímax la tensión entre el presidente tucumano Nicolás Avellaneda y el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor. Este hizo desembarcar 5.000 fusiles y 500.000 cartuchos, anulando las fuerzas nacionales que trataron de impedirlo.  Mientras tanto, seguían las reuniones buscando una solución. Para algunos, ella consistía en que el general Julio Argentino Roca (ganador seguro de la inminente elección presidencial) renunciase a favor de un candidato de transición. Roca los dejaba hacer y a veces hasta parecía aceptar la posibilidad de dimitir.

Enfurecido, el día 2, Marcos Paz hijo escribió a su primo Roca. “Anoche se ha cometido un escándalo que no tiene ejemplo y los miembros del Poder Ejecutivo Nacional reunidos en casa del Dr. Avellaneda, deliberando. ¿Qué te parece, deliberando, ante un crimen manifiesto y publico del gobernador Tejedor? ¡Para qué carajo hay ejército y escuadra! ¿Y la convención que han nombrado, por qué no se reúne? ¿Qué espera para renunciar y declarar cuanto antes a la faz de este pueblo, que no acepta la renuncia tuya?”. Decía Paz que “esto es ridículo, Julio, altamente ridículo y vergonzoso. A enemigos audaces como Tejedor, no se los combate así, con intrigas y zonceras”.

Pero Paz no podía saber que, ese mismo día, Avellaneda había resuelto enfrentar a Tejedor. Lo declaró fuera de la ley, llevo el Poder Ejecutivo a Belgrano y ordenó la acción militar contra el rebelde. Tras las sangrientas batallas de Olivera, Barracas y -sobre todo- Puente Alsina, el alzamiento porteñista fue vencido. Buenos Aires sería instituida Capital y Roca fue elegido presidente de la Nación.