Exhumados en Lima para traerlos, en 1918
El 26 de junio de 1917, se exhumaron los restos del prócer tucumano Bernardo de Monteagudo, asesinado en la capital peruana la noche del 28 de enero de 1825, para trasladarlos a la Argentina. Se hallaban en el nicho C, número 17, en el Cementerio General de Lima, Cuartel de la Resurrección. Encabezaba el acto el encargado de negocios de la Argentina, Agustín Garzón. LA GACETA publicó, en su edición del 29 de julio, el texto del acta levantada.
En los párrafos sustanciales, ella informaba que, retirada del nicho la placa de mármol que tenía grabado el nombre de Monteagudo y la fecha de su muerte, “se extrajo un ataúd de madera de alerce que se encontraba intacto, atado a lo largo y luego de través en dos partes con cuerda cuyos extremos estaban amarrados con un clavo de chonta”.
Sigue: “Cortadas las amarras y levantada la tapa del ataúd, quedaron de manifiesto restos en regular estado de conservación, envueltos en polvo de cal viva. Estaban aparentemente cubiertos por un hábito franciscano y debajo del hábito prendas interiores de ropa”. El médico de Policía presente, Juan A. Portella, los examinó y comprobó “la existencia de las huellas de la herida punzante y cortante que produjo la muerte del coronel Monteagudo”.
En “la misma condición en que se hallaban”, los despojos se colocaron en un ataúd de cinc acolchado con seda, con una luna que permitía ver la parte superior. La caja fue herméticamente soldada y puesta a su vez dentro de un “ataúd de roble con adornos metálicos”. Los restos se embarcaron en la fragata “Sarmiento”, rumbo a Buenos Aires. Llegaron el 16 de febrero de 1918.