Rodeada por un colorido folclore suburbano
El 29 de septiembre de 1963, se inauguró la primera Terminal de Ómnibus que tuvo Tucumán, en la plaza La Madrid, que con ese motivo desapareció como tal. Hoy cobija un bosque de vendedores, pero en aquella época fue un acontecimiento. Hasta entonces, los ómnibus rurales paraban a cielo abierto en ese espacio, rodeados por el más colorido universo del folklore suburbano que pueda imaginarse.
Ricardo Chirre Danós, que firmaba con el seudónimo “Batilo”, dedicó al suceso unas estrofas en su columna “Instantáneas”. Aparecieron en LA GACETA un mes antes, el 18 de agosto. La Municipalidad había anunciado –fantasiosamente- que se remozarían las calles circundantes. “Batilo” no estaba de acuerdo con esto último.
Escribía: “Está bien, pero ¿y nuestras tradiciones?/ ¿y el folklore que sufre por tal causa?/ ¿No es un oprobio permitir que pierda/ nuestro tipismo su mejor estampa?/ Aquellos bodegones penumbrosos/ olor a vino y a manteca rancia/ donde un tango canyengue se desfleca/ al ritmo de una viola destemplada”…
Perderíamos esas “calles con tufo y con sabor criollos/ del cuentero y la venta de quincalla,/ donde siempre el ‘chorizo’ está a a la orden,/ lo mismo el que se come que el que asalta./ Donde el cuento del tío ha hecho historia/ y al viajero de campo nunca falta/ alojamiento cómodo y barato,/ que, en cuanto a los insectos… van de yapa”.
Se preguntaba: “¿Y a esta estampa tan típica y tan nuestra/ que al turismo promueve y da prestancia/ piensa dar fin la Terminal? ¡No es justo:/ por el contrario, debe fomentarla!/ Pues en ella refléjase, hace lustros,/ nuestra vida criolla y democrática”.