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El capitán Rodríguez de las milicias gauchas.


No celebró sesión el Soberano Congreso el 6 de octubre de 1916. Sí lo hizo, sabemos, el día anterior, en forma pública y secreta. Ayer cronicamos la primera, donde se debatieron los oficios conminatorios que había recibido de Salta el diputado Mariano Boedo.

En la sesión pública, se abrieron varios pliegos dirigidos a la corporación. Uno de ellos contenía una petición del gobernador y del alcalde del pueblo de San Pedro, en Atacama. Solicitaban que Martín Rodríguez, capitán de milicias gauchas del Valle Calchaquí, fuera designado comandante de esa frontera.

Le ofrecían 200 jóvenes “a su mando y disciplina”. Ellos “podrían emplearse en funciones útiles en servicio de la Patria, sobre los caminos del tránsito de Chile a Perú por el despoblado, y de los que se internan de los puertos de Cobija y Quillagua”.

La corporación encontró adecuada la solicitud, y ordenó que el pliego y los documentos que lo acompañaban, fueran girados al jefe del Ejército del Norte, general Manuel Belgrano, con la recomendación de hacer efectivo lo que se pedía.

Mientras tanto, los diputados enviaban notas a sus respectivas provincias, dándoles cuenta de las medidas preliminares para la traslación del Congreso a otra sede. Si bien se había votado favorablemente la medida, faltaba saber si estaban conformes con ella las autoridades de las provincias representadas. Es sabido que, por ejemplo, Belgrano no estaba de acuerdo, y no ocultaba a nadie su disenso.