Una Universidad lejos de la zona urbana
En 1914, a poco de inaugurada la Universidad de Tucumán, su fundador y primer rector, el doctor Juan B. Terán, tomó contacto con Willet Hays. Era un técnico prestigioso, ex subsecretario de Agricultura de los Estados Unidos, que había venido a la ciudad traído por la Estación Experimental.
Inducido por Terán, en el informe que Hays elevó al Gobierno hablaba de la flamante Universidad. Aconsejaba localizarla fuera de la zona urbana: destinarle un “campus” junto a la Experimental, conectado a la ciudad por “una avenida ancha”. Así sería posible, sostenía, “la formación de una comunidad universitaria, con el verdadero ánimo universitario para la rebusca y el estudio”.
En la primera “memoria” de la casa, Terán se refería a ese tema. Tras destacar que felizmente disponía de “uno de los edificios públicos más bellos de la ciudad y más adecuados para nuestros fines”, agregaba que “debemos pensar hacer nuestros asientos definitivos amplios; los más hermosos, sanos y completos, pedagógica, moral y físicamente posibles”.
Recordaba así la propuesta de Hays y su base, que era la expropiación de las 57 hectáreas vecinas a la Experimental, “para traer a ésta hasta el Boulevard de los Ejidos” (así se llamaba entonces la hoy avenida Francisco de Aguirre). “Estaría la Universidad con sus dependencias, laboratorios, internado, biblioteca y campos atléticos, a cuatro kilómetros de la ciudad, al final de una gran avenida, en una posición topográfica de gran interés por su elevación, belleza y salubridad”, subrayaba con entusiasmo el rector Terán.