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UN ACTA DE 1829. Texto corto, con un breve resumen de las deliberaciones de la Sala. LA GACETA / ARCHIVO

Disponía la Legislatura en la década de 1820.


La Legislatura de Tucumán se denominó en sus comienzos, en 1822, “Sala de Representantes”, o “Junta de Representantes” y en ocasiones “Honorable Representación”. Sus sesiones, desde el inicio y hasta la segunda década del siglo XX, no se registraban en versión taquigráfica: la taquigrafía llegó al Congreso Nacional en 1872 y al interior mucho después.

En Tucumán existían unas actas-resumen, donde el secretario sintetizaba las opiniones de cada legislador. Quedaban en originales manuscritos -o mecanografiados, cuando llegó la máquina de escribir- y no se imprimían. Hacia los años 1910, esos resúmenes se editaban en el “Boletín Oficial”. Recién en 1918, al crearse el Cuerpo de Taquígrafos, las actas tuvieron su versión en taquigrafía y empezaron a imprimirse en tomos anuales.

Antes de la taquigrafía, entonces, eran bastante cortas, pues contenían solamente lo esencial de las deliberaciones. Y en los tiempos iniciales de nuestro Poder Legislativo, incluso estaba vedado personalizar las intervenciones de cada diputado.

Así, por ejemplo, en el acta del 11 de junio de 1828, consta que “un señor diputado” solicitó a la Sala que “en lo sucesivo, se concisaran (sic) las actas precisamente a indicar en ellas las discusiones y expresar las resoluciones, porque este era el orden que designaba el Reglamento”. Y que “a más de observar en las actas que se acababan de leer una minuciosidad superflua, notaba también una infracción al Reglamento, que prohíbe designar los nombres de los miembros de la Sala”. La corporación resolvió que “en lo sucesivo así se practicara”.