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JOSÉ ANTONIO CABRERA. Tras largo debate sobre sus imputaciones, el Congreso dio término al asunto.

El Congreso se declaró libre de sus dichos


En la sesión pública del 12 de setiembre de 1816, se leyeron documentos de Córdoba. En uno de ellos, el gobernador José Javier Díaz reiteraba la renuncia al cargo, que había presentado el 4 de mayo. En el otro, José Antonio Cabrera, diputado por esa provincia, cumpliendo lo que le ordenó el Congreso, aclaraba sus acusaciones de que existía “parcialidad o partido” en el cuerpo.

Dijo que sus expresiones no debían ofender al Congreso. Esto porque “su verdadero concepto” se refería a que, entre los diputados, “había algunos prevenidos contra el diputado (Miguel Calixto) Del Corro”, cuyo juzgamiento se trataba. Como se sabe, este congresal estaba complicado en el asalto al mensajero del Congreso y sustracción de documentos oficiales. Cabrera argumentó que comprobaba su afirmación, el hecho de que los diputados porteños habían resistido el regreso de Del Corro, “a pesar de las reclamaciones de la diputación diminuta de Córdoba”. Y se explicaba la animosidad, decía, por el hecho de que el nombrado no había querido concurrir a la ratificación de los tratados entre Buenos Aires y Santa Fe.

La afirmación molestó los diputados porteños. Tomás de Anchorena dijo que Cabrera se fundaba en “hechos desnudos de toda verdad”, y que se reservaba hacer, verbalmente o por escrito, lo que “conviniese a su derecho y al de otros señores, a quienes se perjudicaba con la relación de semejantes hechos”.

Gazcón aclaró que los tratados no se habían aprobado, porque él mocionó que, antes de hacerlo, Santa Fe reconociese al Congreso y al Director y enviara diputados, y no por otra causa. Finalmente, se decretó que, vista la exposición de Cabrera y lo expuesto en la sesión, “queda el Soberano Congreso libre de la nota de partido, ofensiva de su respeto, dignidad y concepto”.